A medida que la persona pasa de la etapa de la niñez a la
adolescencia, su cuerpo presenta grandes cambios, tanto físicos como psicológicos,
en algunos casos estas crisis generan conductas negativas en la autoestima llevándolos
a comportarse de manera apática, pesimista, y/o rebelde.
La rebeldía no nace con la persona, esta conducta se va
formando con gran intensidad según lo que va aprendiendo durante su etapa de crecimiento,
la educación tiene gran relevancia en todo esto, los cambios psicológicos producidos
por alteraciones provocadas por penas y desilusiones o por inconformidad en los
cambios de su cuerpo…, todo esto va creando emociones difíciles de manejar y en
consecuencia afecta sus relaciones con los demás.
El adolescente comienza a manejar sus propias decisiones, se
aleja de la protección y amor familiar, para ellos, su entorno familiar es
injusto, ya que se sienten abandonados por sus padres e incluso ignorados por
ellos, es allí donde se va integrando a personas de su propia edad y con sus
mismas ideologías, pasando tiempo con ellos o solos con tal de no estar cerca
de sus padres, actúan sin pensar obviando sus opiniones y evadiendo
responsabilidades.